Ya hay otra vez lágrimas en mis sábanas. Por qué las pondré
siempre aquí?
Cuando voy a dormir las veo antes de apagar la lámpara de mi
mesita de noche, y lágrimas llaman lágrimas. Es curioso, porque la lámpara es
igual en ambos sitios. Igual es la misma que me sigue, sabe que necesito luz en
mi mesita vaya donde vaya y no me puede dejar solo. Ay, mi madre!
Y es curioso como esas gotitas no se aprecian desde lejos,
pero si me acerco, gracias a la lámpara veo sus rostros. Éstas no me siguen, se
quedan aquí donde las necesito para hacerme compañía.
Allí, se quedan dentro, se asoman a echar un vistazo y cuando ven a alguien mis ojos se las tragan, no las necesitamos: Ellos tienen que estar orgullosos, yo estoy orgulloso.
Lloraba desconsolado, y con la pena de un niño que acaba de descubrir la verdad sobre Santa Claus, afirmó:
Ya soy un hombre.
Allí, se quedan dentro, se asoman a echar un vistazo y cuando ven a alguien mis ojos se las tragan, no las necesitamos: Ellos tienen que estar orgullosos, yo estoy orgulloso.
Lloraba desconsolado, y con la pena de un niño que acaba de descubrir la verdad sobre Santa Claus, afirmó:
Ya soy un hombre.
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