viernes, 10 de septiembre de 2010

LUNA DE VERANO



Un día cualquiera
no esperaba llegar a ver
por la mañana luna llena.

La descubrí antes del atardecer,
entonces, ya se dibujaba su resplandor
acompañándome hasta el amanecer.

Un brillo de tono burlón
con cierto carácter amarillo
que jugaba con los rayos del sol
a encresparlos de un modo sencillo.

Tan llena la luna
cubierta por anchos ropajes,
blanca, pero no fría, lisa,
suave, sin engaños ni tatuajes.

Da igual por delante o del revés
sus labios castigados sonríen
desde los ojos... hasta los pies.

En una jaula decorada
la luna se ríe junto a un monstruo,
mientras este baila, babea y baila.

(A ritmos marcados,
se acerca interpretando
bailes desconocidos
con cambios inesperados.)

Un día alcanzó a mi vista
algo que ya estaba más alto
y puedo asegurar el que la luna exista
aunque luz y rutina te pongan un reto.

Ahora sólo queda continuar disfrutando,
y como si bailara un tango,
amor y odio mezclados, tratando
en un instante, agarrar algo.

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