jueves, 12 de agosto de 2010

ANGUSTIOSA ESPERA


Todos prestamos atención a las explicaciones de la profesora y de pronto ruge un dragón a favor de los alumnos, el timbre, provocando un estruendoso y alborotado revuelo entre los compañeros de la clase. Nos relajamos y tranquilizamos, pero la voz aguda y traicionera (a veces) de la conciencia se nos clava en la nuca como afiladas agujas, avisándonos de que a continuación una hoja de papel con diez preguntas está al acecho de conseguir un suspenso.

Nerviosos, pero de nuevo alborotados, desfilamos hasta nuestros asientos en los que en ocasiones, como ahora, desearíamos no ocupar. Con muchos aspavientos y gritos ahogados repasamos todos los apuntes y textos del libro intentando encontrar en ellos la anulación del examen.

No queda tiempo, la profesora llega, leemos cada vez más rápido cuando ya están los exámenes sobre la mesa. Se recogen los libros y el material innecesario sobrante. El silencio es marcado por el repartir de las hojas. Los nervios nos recorren la cara y extremidades en forma de temblores y gotas de sudor frío. Recibes la amenazadora hoja, te acercas a ella, lees el control, lo rellenas y escribes, lo entregas, te relajas y piensas: ¡Tanta exageración para esto!

2 comentarios:

  1. me pasó algo similar hoy, pareciera que uno se juega la vida con esas evaluaciones... pero al final no es pa tanto...

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  2. Me alegro de que sea asi, que no sea para tanto, porque conozco gente que realmente lo pasa mal.
    Esto lo escribí ya hace bastante tiempo, pero hay cosas que no cambian...

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